Extracto del artículo publicado en la edición de la revista The Rotarian de julio de 2015: Perfil del presidente de RI 2015-2016.

Antes de pronunciar un discurso, a K.R. "Ravi" Ravindran no le gustan las presentaciones aduladoras ni rimbombantes. Se sentiría incómodo si alguien las utilizara. El presidente de Rotary 2015-2016 prefiere mantener un perfil bajo y compartir los méritos. Si fuera por él, lo más seguro es que no estarías leyendo este artículo.

¿Las negociaciones de los Días de Tranquilidad durante la guerra civil de Sri Lanka para que los trabajadores sanitarios pudieran administrar gotas de vacuna contra la polio? Aunque el acuerdo se estableció en su escritorio, el presidente afirma que mucha gente trabajó para lograrlo. ¿La reconstrucción de 23 escuelas para 14.000 alumnos devastadas por el tsunami? Según él, se limitó a liderar el comité. ¿Transformar una pequeña imprenta de etiquetas instalada en un garaje en una verdadera potencia internacional en la industria empacadora de té y la economía del país? Pues según Ravindran, se limitó a estar en el lugar correcto en el momento adecuado.

“A veces hay quienes dicen que soy un hombre que se ha hecho solo", dice Ravindran, socio del Club Rotario de Colombo. "Pero no es así. Sería injusto y egocéntrico si creyera tal cosa. Cada uno de nosotros se debe a muchos otros seres humanos que nos ayudaron a ser quienes somos”.

Una de las razones que me motivan a trabajar tanto por Rotary es que he recibido ayuda de mucha gente, y las oportunidades de retribuir esa ayuda no abundan”, explica. "La única manera de retribuir la ayuda recibida es ayudar a los demás. Cuando los beneficiarios de mi ayuda me preguntan cómo pueden retribuirme, voy y les digo que ayuden a otras personas”.

Para Ravindran, retribuir no es una moda sino una forma de vida. El lema que ha elegido para este año rotario, Enriquece el mundo, también resume su filosofía personal.

PERFIL DEL PRESIDENTE

Esto es un verdadero paraíso. Hemos ascendido vertiginosamente más de 1.500 metros, dejando atrás arrozales, minas de piedras preciosas y alguno que otro elefante, a través del campo, más allá del estruendo de las cataratas, por un camino empedrado lleno de baches hasta llegar a la plantación de té de la familia Ravindran. Arbustos de té exuberantes cubren las laderas de los acantilados rocosos. Estamos en los confines del mundo, por encima de las nubes: un escenario digno de una película.

La finca Kelburne, se encuentra a unos pocos kilómetros de los campos en los que Thomas Lipton (sí, el famoso Lipton de las bolsitas de té) comenzó el cultivo de té de Ceilán. Ravindran con frecuencia lleva a sus visitantes a recorrer la primera fábrica de Lipton, un enorme edificio blanco con cintas transportadoras, secadoras, y ventiladores.

El abuelo materno de Ravindran se dedicó al cultivo de té en Kelburne, en la década de 1950 y fue uno de los primeros esrilanqueses que compraron tierras a los propietarios británicos de la región. Posteriormente, concluyó sus estudios en Loyola College, en Chennai (India), con una licenciatura en comercio, y regresó para dedicarse al negocio familiar.

La jornada de Ravindran en la plantación comenzaba con la asignación de tareas a las 5:30, seguida de la inspección de los plantíos a pie y la visita a la fábrica. Este riguroso horario le sirvió de estímulo para valorar el trabajo y tratar a los demás con amabilidad. "Me di cuenta de que me relaciono muy bien con el personal de la finca, y empecé a interesarme en su vida y buscar la forma de complementar sus ingresos, mejorar su vivienda, etc.", afirma el presidente.

Ravindran y su familia pensaban que su vida iba a girar en torno al cultivo de té en la finca y más tarde en la oficina principal. Pero en 1972, el nuevo gobierno socialista de Sri Lanka nacionalizó las plantaciones de té. La finca de su familia se redujo de miles de hectáreas a solo 50, y al poco tiempo, Ravindran se quedó sin trabajo.

Se trasladó a la capital del país, Colombo, y comenzó a colaborar en una imprenta de su familia que, entre otros productos, imprimía artículos de papelería y libros de contabilidad para plantaciones de té. De todos modos, Ravindran no se conformaba con eso. Consciente de que el té de Sri Lanka se exportaba a granel y lo envasaban los clientes de países como Europa, Australia y Estados Unidos. Ravi pensó que si en Sri Lanka se pudiera ofrecer embalaje de buena calidad a bajo costo, competirían con éxito frente a las naciones importadoras e incrementarían el valor añadido de la industria del té en su país.

Fueron muchos quienes confiaron en él. Su socio comercial (actualmente amigo y mentor), el fundador del estimado té Dilmah de Sri Lanka, invirtió en el nuevo emprendimiento aunque apenas conocía a Ravindran. Un director de banco, socio del mismo club rotario, se arriesgó a brindarle ayuda. La esposa de Ravindran, Vanathy —a quien había conocido en la universidad y con quien se había casado en Colombo— y sus hijos, Krishna y Prashanti, lo apoyaron durante las largas horas y el futuro incierto que enfrentan los nuevos empresarios.

Hoy en día, es propietario de una empresa líder en el ramo de las empacadoras de té. Al aportar valor agregado al té, empaquetado en Sri Lanka en vez de exportarse a granel, la compañía de Ravindran juega un papel importante en la economía del país.

En las extensas instalaciones de Printcare, los motores de las ultramodernas impresoras y empacadoras, resuenan incesantemente, como el traqueteo de un tren que avanza a toda velocidad. Por todas partes se ven envases que conforman un verdadero arcoíris: cajas rojas de té Typhoo, con destino a los supermercados británicos; Dilmah verde para Europa continental y Tetley azul para Australia. Mientras tanto, otras máquinas imprimen 100 millones de etiquetas para bolsitas de té en un día.

Ravindran suele decir, en son de broma, que a él lo conocen como "el director jardinero" de la compañía, porque le encantan las fuentes y jardines exuberantes que había plantado al comprar los terrenos de una fábrica de neumáticos en 1994 y posteriormente transformarlos esta área industrial en un increíble oasis de más de cuatro hectáreas.

Printcare funciona en todo el mundo; su cartera de clientes incluye Unilever, Target, Hallmark y Twinings, y cuenta con varias fábricas en Sri Lanka y la India. Seguramente en el armario de su propia casa hay alguna etiqueta impresa por su compañía.

"En cuanto a la tecnología y gestión, este hombre tiene visión", dice uno de sus directores generales. "Si aborda un proyecto, lo realiza a la perfección de principio a fin dentro del plazo previsto. Por otra parte, es un líder carismático que sabe compartir".

Ravindran implementó un programa de subvenciones compartidas, similar al que tenía La Fundación Rotaria, mediante el cual la compañía ayuda a la comunidad. La empresa equipara las contribuciones combinadas de sus 700 trabajadores a un proyecto previamente acordado, a menudo centrado en el área de agua y saneamiento para las escuelas de la región. Los hijos de los trabajadores que ganan menos de cierta cantidad reciben libros gratis, fondos para el transporte, y zapatos para la escuela. (En Sri Lanka, la enseñanza pública en sí es gratuita.)

En 2014, Printcare fue elegida entre las 15 mejores empresas para trabajar en el país, y a Ravindran se le rindió homenaje como uno de los líderes empresariales del año. Hay que tratar a la gente con afecto y respeto, afirma Ravindran, y te tratarán de la misma manera. Como indica otro gerente general, Ravindran "trata bien a la gente; se interesa por los demás".

"Para mí dedicarme solo aGANAR DINERO Y marcharme a casa no tiene sentido", explica Ravindran. "Eso lo hace cualquiera. Debemos marcar la diferencia ayudando a la comunidad".

En la primera reunión del Club Rotario de Colombo en 2015, una larga fila de blancos árboles de Navidad engalana los pasillos del hotel y, como se acostumbra en Sri Lanka, el buffet cubre casi un tercio de la sala de reuniones. El club pronto celebrará su 86o aniversario, y en ese tiempo, ha dejado su huella en el país. Fundó la Organización Nacional para la Prevención de la Tuberculosis; el primer banco de sangre de la nación; la Asociación de Lucha contra los Estupefacientes de Sri Lanka (el año en que Ravindran presidió el club), y más recientemente, el único centro nacional dedicado al chequeo, la detección precoz y la prevención del cáncer. (En los últimos cinco años, más de 35.000 personas han sido examinadas sin cargo y más de 7.500 que presentan síntomas se los estudia más a fondo. Uno de los principales colaboradores en este proyecto es el Club Rotario de Birmingham, Alabama (EE.UU.), del cual Ravindran es socio honorario.

En 1974, mientras trabajaba en la plantación de té, Ravindran se contó entre los socios fundadores del Club Rotario de Bandarawela, uno de los primeros clubes en remotas tierras altas del país. Su abuelo había sido rotario, y su padre también. Pero en aquel entonces, Ravi tenía 21 años de edad, y más que prestar servicio, Rotary le interesaba para pasar momentos divertidos y hacer amigos.

Incluso hoy, tras muchos años de servicio voluntario en beneficio de miles de personas, para Ravindran, uno de los aspectos favoritos del rotarismo es conocer gente de todo el mundo y charlar toda la noche con amigos. "La diversión es algo que lleva en el ADN", afirma su gran amigo Abbas Esufally.

Cuando Ravindran se trasladó a Colombo, se afilió a su club actual y comenzó a asumir más funciones de liderazgo. Para Esufally, Rotary fue una de decenas de tantas actividades, para Ravindran, en cambio, Rotary era una pasión. "Su vida giraba en torno a Rotary y el servicio a la comunidad", dice Esufally.

En 1983, estalló la guerra entre las fuerzas de seguridad de Sri Lanka y los Tigres de Liberación de Tamil Eelam, grupo rebelde insurgente que pretendía instaurar un estado independiente en el norte y este del país. (El grupo es tristemente célebre por ser de los primeros en el uso de la chaqueta-bomba suicida.) Durante el cuarto de siglo en el que se extendieron las hostilidades, hasta su fin en mayo de 2009, murieron más de 100.000 personas y cientos de miles de fueron desplazados. En 2014, 90.000 personas todavía no habían podido regresar a sus hogares.

El conflicto tenía sus raíces en las tensiones entre la mayoría cingalesa y la minoría tamil. Pero en Rotary, el origen étnico no importa. Aunque la mayoría de los socios eran cingaleses, los clubes de Sri Lanka han elegido como líderes a cingaleses, tamiles y musulmanes; y el propio Ravindran es tamil. "En Rotary, no hay ni había lugar para la religión ni casta ni lenguaje. Éramos todos de Sri Lanka y el criterio siempre ha sido elegir al mejor líder posible", señala Ravindran. "A menudo uno se pregunta por qué el resto del país no actúa como los rotarios".

El conflicto tampoco impidió que los rotarios ayudaran a todos los niños de Sri Lanka. En 1995, el gobierno había planeado llevar a cabo una jornada nacional de vacunación sólo en zonas no afectadas por la guerra, lo cual habría excluido a un tercio de los niños del país de la campaña de vacunación contra la poliomielitis. Los líderes rotarios, incluido Ravindran, entonces presidente del Comité Nacional de PolioPlus, trabajaron en estrecha colaboración con el UNICEF para negociar la concesión de varios Días de Tranquilidad con el partido rebelde. Como resultado, casi todos los niños del país fueron vacunados. Asimismo, después del tsunami de 2004, los rotarios de Sri Lanka, dirigidos por Ravindran, se concentraron en diversificar las ubicaciones de las escuelas construidas mediante un proyecto de US$ 12 millones, para beneficiar a estudiantes de todo origen.

Los demás socios del club de Colombo afirman que Ravindran mantiene elevados estándares de conducta y espera lo mismo de sus compañeros. "Mantiene una actitud ejemplar y no admite excusas", indica Derek de S Wijeyeratne. Y Ruzly Hussain añade: "Tiene la capacidad innata de compartir su sueño y su visión. Es un líder inclusivo. No es de los que dicen "lo hice yo", sino de los que dicen "lo hicimos juntos".

Lo único que Ravindran echará de menos por ejercer la presidencia de Rotary, se resume en su franca sonrisa mientras acuna a su primera nieta, Raika, nacida en octubre. Al residir en Evanston, donde se encuentra la sede de la organización, se perderá gran parte de la primera etapa de su vida (Ravindran y Vanathy viven en la misma casa que Krishna, su esposa, Neesha, y ahora Raika. Prashanthi y su marido, Nicolas Mathier, viven en Singapur). "A Vanathy y a mí nos hubiera encantado haber estado en Sri Lanka durante sus dos primeros años", comenta. "Pero seguramente ya tendremos tiempo de consentirla en el futuro".

Al haber dejado atrás la guerra civil, Sri Lanka está en pleno auge. Ha aumentado laINVERSIÓN en infraestructura, y en el centro de Colombo, las barricadas y puestos de control han cedido el paso a los parques, parques infantiles y centros comerciales exclusivos. Por todas partes se ven grúas en medio de la obras de construcción de hoteles de lujo; incluso el histórico Galle Face Hotel, donde el club de Colombo celebró su primera reunión en 1929, está siendo restaurado. La transición pacífica en el gobierno, que se produjo en enero tras una elección presidencial en la cual perdió el titular, refuerza el optimismo de que la paz siga reinando en el futuro. Con sus hermosas playas, selvas y lugares de interés cultural, esta nación isleña a la que Marco Polo denominó "la mejor isla del mundo" y Forbes incluyó en la lista de los 10 mejores lugares para visitar en 2015, vuelve a atraer a numerosos turistas. "Estamos muy entusiasmados ante las posibilidades de Sri Lanka en el futuro", afirma Ravindran.

Como presidente de Rotary, ayudará a poner de relieve su pequeña nación insular ante el resto del mundo. "El himno nacional resonará en todos los países que visite y la bandera de mi nación flameará dondequiera que vaya y, por supuesto, en la sede de Rotary ", indica. "¿Acaso podría hacer más por mi país?"

Ravindran señala que su aspiración como presidente de Rotary, más que dejar un legado es valerse de sus habilidades para dejar a la organización en mejores condiciones que cuando le fue conferido el cargo, y retribuir a todas las personas que lo ayudaron a llegar donde está hoy. "Rotary me formó", indica. "Rotary me cambió, y por eso mi labor rotaria actual es una centésima parte de lo que Rotary me ha aportado".